Artes marciales mixtas
Hablábamos ayer de la demostración objetiva de la existencia de concusiones leves mediante biomarcadores. La importancia de tal hecho, radica en la imposibilidad de diagnosticar una lesión cerebral traumática leve en casos en los que no se produce una lesión macro o microscópica demostrable.
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We spoke yesterday of objective proof of the existence of slight concussions using biomarkers. The importance of this fact, lies in the inability to diagnose mild traumatic brain injury in cases where a macro or microscopic lesion occurs.
Desgraciadamente, la medicina tras la presentación de un hecho potencialmente lesivo no siempre afronta su tratamiento si no se aprecian datos de tal lesividad. Estos datos, no necesariamente en todas las ocasiones son datos objetivos extraídos de pruebas complementarias. Una semiología sugestiva de lesión, basta a un facultativo para al menos iniciar un tratamiento provisional hasta la confirmación del hecho cierto de la lesión. En el caso de los traumatismos craneoencefálicos leves, en los que la consciencia ha sido recuperada antes del conocimiento del hecho por parte del médico encargado de subsanar el problema, la conducta suele ser expectante con pruebas diagnosticas a la llegada a urgencias y repetición de las mismas a las horas (generalmente 24 horas) de las primeras pruebas diagnósticas. En caso de inexistencia de problemas contrastables, se suele proceder al alta del paciente con cita para control futuro o no.
Quizá pueda parecerles exagerado, estimados lectores, un control de biomarcadores en las concusiones leves cuando no hay una traducción clínica, pero en una etapa de la historia de la humanidad en la que por fin se aboga por una medicina mas preventiva por los mas diversos motivos (seamos honestos, el primero y principal de ellos, el económico), dejar sin control microtraumatismos cerebrales de repetición, sobretodo en el ámbito deportivo, puede ser una irresponsabilidad (siempre y cuando el control diagnóstico por estos métodos se encuentre disponible) por las consecuencias que esta circunstancia puede acarrear, en muchos casos con un interés judicial cierto.
La encefalopatía traumática crónica, es una degeneración de la función cerebral en base a las lesiones producidas por los traumatismos de repetición en esta zona. Conmociones cerebrales asintomáticas o aquellas con síntomas pero que desaparecen tras pocos minutos, pueden dar lugar a sintomatología meses o años después. Se trata por tanto de un cuadro de instauración lenta y silente con sintomatología tan progresiva que el paciente puede ir asumiendo sin percibir molestias por ello, pero que puede abocar al paciente a una demencia ciertamente invalidante con el devenir de los años. Ha sido noticia estos días la donación de la familia de Hilderaldo Luis Bellini, capitán de la selección brasileña de fútbol que ganó el Campeonato Mundial de selecciones de Brasil’58, para estudio de la enfermedad de Alzheimer. La idea de la donación y estudio, surge a raíz de la hipótesis del neurólogo Ricardo Nitrini en la que sostiene que quizá el diagnosticado mal de Alzheimer que padecía el ex futbolista, podía deberse en realidad a una encefalopatía traumática crónica.
Pero no solo demencia podemos encontrarnos en este tipo de microtraumatismos. La revista The Journal of Neuropsychiatry, publicó en enero de este año, un interesante artículo en relación a un estudio efectuado sobre la impulsividad en luchadores profesionales. Es evidente que en los deportes de contacto, se producen este tipo de microtraumas controlados y precisamente en los deportes de combate, cuyo objeto es la aplicación de traumas al oponente, nos encontramos un caldo de cultivo ideal para el estudio que nos ocupa en el artículo de hoy. Se observó en este tipo de deportistas un incremento de la impulsividad que era similar en las distintas modalidades de lucha estudiadas (artes marciales mixtas frente a boxeo), por lo que se obviaban consideraciones personales preliminares, ya que el único punto en común en ambas disciplinas es precisamente la existencia de traumatismos en general y cráneo encefálicos en particular. Se pudo observar en el seguimiento mediante estudios longitudinales una reducción en el volumen cerebral en individuos que también presentaban unos patrones de impulsividad asociados.
Vemos por tanto, como una situación que en la mayoría de la población mundial del mundo desarrollado es percibida como una actividad lúdica (no solo practican estos deportes sujetos profesionales), puede dar lugar a consecuencias de interés médico legal. Deportes de contacto son considerados aquellos deportes de combate en los que se lucha por medio de múltiples modalidades para vencer en una hipotética batalla al adversario; pero contacto en el deporte existe al margen de los deportes de lucha. Fútbol, fútbol americano, jockey, rugby, son deportes en los que los traumatismos craneoencefálicos leves y de repetición, no solo son lances del juego, sino incluso una estrategia propia del mismo y este tipo de deportes es practicado por millones de personas desde la mas tierna infancia.
Dos grandes áreas de trabajo en los servicios/secciones de psiquiatría forense de los Institutos de Medicina Legal son las incapacidades por deterioro cognitivo en la esfera civil, y los estudio de las bases psicobiológicas de la responsabilidad penal en el campo del derecho penal en bases a trastornos del comportamiento en bases a una especial impulsividad. ¿Nos hemos planteado, estimados lectores, que actividades a priori saludables pueden ser el origen de cuadros hasta ahora inexplicados de estudio en el mundo judicial? No quiere decir que se dejen de practicar este tipo de deportes, pues entendemos que los beneficios en salud pueden ser muy superiores a sus inconvenientes, pero si que se debería potenciar el estudio precoz de sus consecuencias negativas con elementos como los biomarcadores enunciados en el artículo anterior.
Tengan un feliz fin de semana, estimados lectores.
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