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Fuente: augc.org
Amplia-mente.com, no publicará hoy un artículo relacionado con la medicina legal, ni siquiera con la medicina. La publicación de hoy trata sobre las relaciones humanas y el afán de poder y dominación de unos seres humanos sobre otros. Hablamos de la tragedia de la inmigración. Escribiremos sobre el drama vivido en Ceuta estos días pasados con la muerte de al menos 15 inmigrantes subsaharianos que intentaban llegar a nado a la costa española.
Let us work!
Amplia-mente.com, does not publish today a related article with forensics, even with medicine. Today’s publication is about human relationships and the desire for power and domination of some human beings over others. We talk about the tragedy of immigration. We write about the drama lived in Ceuta past few days with the death of at least 15 sub-Saharan migrants trying to reach the Spanish coast wave.
Vayamos por partes, pues en el tema de hoy nos gustaría plasmar dos asuntos que han llamado la atención de quien hoy les escribe. En primer lugar, comentaremos, por si nuestros estimados lectores no están familiarizados con ciertos materiales antidisturbios utilizados habitualmente. En concreto, a tenor de las noticias difundidas por los medios de comunicación (Tragedia en Ceuta), les vamos a hablar de los lanzamientos de bolas de goma. Este tipo de bolas de goma, son unas pelotas algo más pequeñas que una pelota de tenis, de goma maciza, lo que les confiere una especial dureza y elasticidad a la vez; de modo que cuando es usada en su medio habitual, que es el urbano, botan especialmente bien contra el asfalto, de modo que no se suelen disparar directamente contra las personas, sino que se aprovecha esta especial elasticidad para disminuir su lesividad y permitir una mayor visibilidad “disuasoria” de la bola lanzada. El lanzamiento, se realiza desde una escopeta adaptada para tal fin. Vienen a ser escopetas del calibre 12 (como las de caza), con un cañón más corto, adaptado a las necesidades del trabajo policial, y una bocacha adaptada sobre la boca de fuego del cañón que hace las veces de tubo de lanzamiento de la bola que se haya insertado en el interior. La propulsión de la pelota de goma, la aportan los gases que se producen al disparar un cartucho sin perdigones ni postas. Tan solo contienen pólvora (como los de caza, pero sin elementos lanzables en su interior, técnicamente serían «cartuchos de fogueo»). Al producirse la combustión de esta pólvora en un espacio cerrado como es la recamara de la escopeta, se transmiten por la única salida posible que es el cañón y terminan empujando con gran violencia la única pieza móvil del conjunto que es la pelota de goma.
Una vez introducidos en el mecanismo básico del lanzamiento de bolas antidisturbios, comprenderán mejor, el motivo por el que una persona puede sentir pánico cuando le disparan una bola de goma antidisturbios. Si además sumamos que la persona se encuentra nadando en el agua, que en muchos casos no sabe nadar y lo único que tiene es un flotador artesanal, que ha atravesado miles de kilómetros a pie y que en ese periplo, es bastante posible que hayan oído disparos con munición real (que viene a hacer un sonido muy parecido, si no igual a oídos no acostumbrados; es posible que nos imaginemos el miedo que pudieron pasar las al menos quince personas que ante tal estrés, optaron por soltarse del elemento que les mantenía a flote para terminar pereciendo ahogados. La opción era difícil, morir tiroteados (eso podían creer) o exponerse al ahogamiento. Ya expusimos este horror en El sonido de la desesperación. Es imposible que desde nuestros sofás, comprendamos la motivación de estas personas, cuando las vemos en los medios de comunicación, estando nosotros cómodamenteinstalados ante un plato de comida y la seguridad de nuestros hogares.
Dicho esto, en el segundo de los asuntos a tratar, me produce indignación el trato injusto al que se está sometiendo a la Guardia Civil como institución y a los guardias civiles actuantes, como personas trabajadoras que no hacen más que cumplir órdenes. Estos días, se está usando ese desgraciado episodio con fines políticos, para desgastar a los adversarios en un malentendido juego democrático, pero ¿qué hay de las personas? Como Médico Forense (esto es a título personal), considero a los miembros de la Guardia Civil, como compañeros de trabajo, con una encomienda laboral distinta a la mía, pero compañeros al fin y al cabo. Cuando me traen un detenido o preso custodiado para reconocimiento en consulta, o me escoltan cuando tengo que realizar alguna intervención fuera de la sede judicial, o vigilan la propia sede por mi bienestar personal y laboral, o me preservan un escenarios de levantamiento de cadáver, o se juegan el tipo por mí en cualquier intervención en la que tengo que ejercer mi cargo, cuando…., seamos honestos, sería muy desagradecido no considerarlos compañeros de trabajo a pesar de prestar servicios en distinto cuerpo. No quiere decir esto, que llegado el momento, por un posible hecho ilícito, dejase de criticarlos, pero es que en este tipo de episodios, esos guardias civiles de a pie, son usados como un arma arrojadiza en la que tan solo se carga contra ellos y no contra los responsables de su intervención, que son los superiores les ordenaros dicha intervención y que obedecen criterios de índole política. He escuchado estos días a muchos profesionales de sillón que por motivos de conciencia, se negarían a cumplir determinadas órdenes. ¡Qué equivocados están!, por desconocimiento general, el grueso de la población desconoce que como militares que son, los guardias civiles están sujetos a un estricto régimen disciplinario que incluye penas de prisión militar en casos de subordinación. Encima, ellos, tienen la nobleza suficiente como para no ampararse en ese tipo de excusas. Simplemente acatan órdenes de sus superiores jerárquicos, no hay más. ¿Han visto ustedes alguna vez a un guardia civil, o un policía nacional dar de comer a un inmigrante recién llegado (y recién detenido), hambriento y/o aterido de frío? Seguramente, no. No lo han visto, porque eso no es noticia para abrir un informativo en televisión; pero quien hoy les escribe, si ha sido testigo de esa circunstancia en la época que prestó sus servicios laborales como facultativo médico del Cuerpo Nacional de Policía en la Comisaría Provincial de Melilla, donde sobre temas fronterizos, les pueden hablar de mil y una historias que jamás saldrán en el telediario de turno.
En el caso que nos ocupa hoy, no se pondrá el foco en el responsable político u operativo, que en última instancia ordenó actuar como se hizo. Lo que si queremos dejar claro es que entendemos que los guardias civiles que estaban a pie de playa, de barco o en el espigón, tan solo obedecían ordenes de alguien que se las había dado previamente, posiblemente sin haber evaluado desde el terreno la situación que se presentaba.
Aunque con un humilde valor estrictamente simbólico, vayan estas líneas como homenaje a aquellas personas que desde su aportación personal y laboral, constituyen la Guardia Civil y por extensión a todos los Cuerpos y Fuerza de Seguridad.
¿Quién es responsable, el que idea y ordena, o el que ejecuta sin derecho a opinar?
Tengan un buen día. Seguro que, entre otros, la Guardia Civil, así se lo procurará.
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