Hemorragia fosa posterior
This is about nothing less than STROKE.
Como ciudadano normal y corriente, inmerso en los frenéticos ritmos de vida que impone la Sociedad actual en ese pomposo concepto que constituyen los países desarrollados, he de reconocer que me provoca cierto hastío el hecho de ver u oír una campaña publicitaria del tipo de «Dia mundial de…». A veces, termina dando la sensación de que se están banalizando ciertos asuntos por el simple bombardeo publicitario que se da a la población, que termina desensibilizandose con tantísimo «Día Mundial de…».
Dicho ésto, es justo reconocer que el asunto sobre el que se pone foco hoy, es decir, el DÍA MUNDIAL DEL ICTUS, que en la edición de 2013 se celebra bajo el lema «Porque me importa…» y por supuesto sin ánimo de menospreciar ninguno de los otros; es uno de esos días mundiales que moralmente debemos publicitar y contribuir en su difusión en base a la enorme trascendencia y repercusión que tiene la temática sobre la que trata. Nuestro blog, no es ajeno a ese deber ético y por ello, en el Día Mundial de Ictus, dedicará la presente entrada a este tema. Además, por convencimiento personal, se hará desde cero. Quiere ésto decir que no se escribirá la presente entrada pensando en el lector habitual de nuestros artículos, que busca contenido mas o menos especializado. Hoy, en base al día que es, se escribirá de manera divulgativa para todo el que tenga la inquietud de acercarse a este cuadro clínico.
El ictus es una entidad clínica que abarca una serie de circunstancias que afectan al aporte sanguíneo al cerebro, podríamos decir que serían el equivalente al infarto de miocardio en el corazón. Desde el punto de vista médico, se denomina el episodio de ictus como Accidente Cerebro Vascular (ACV). Su presentación es súbita y se puede clasificar en dos grandes grupos; los ACV isquémicos y los ACV hemorrágicos. En el caso del ACV isquémico, se producirá una obstrucción del flujo sanguíneo arterial (vías sanguíneas que aportan el oxígeno al tejido cerebral), que en caso de no resolverse, producirá una disfunción cerebral que termina conviertiéndose en muerte del tejido cerebral afectado. Si hablamos del ACV hemorrágico, la situación creada, lo es por la rotura de un vaso sanguíneo (arterial o venoso) que producirá la ocupación de un espacio para el que el cerebro no está preparado, pues no tiene posibilidades anatómicas de expandirse ante esta ocupación de espacio por la sangre que brota del vaso roto por estar el cerebro contenido en el interior de una cavidad inextensible como es el cráneo.
El daño cerebral resultante, es variable dependiendo de la intensidad del cuadro, el tiempo de instauración (existen casos auto limitados como son los accidentes isquémicos transitorios) y sobre todo y mas importante la celeridad y tipo de tratamiento recibido. No es una cuestión baladí, pues el daño cerebral, en muchos casos es permanente e irreversible, con lo que las secuelas resultantes van a ser muy incapacitantes para el enfermo, ocasionando una dependencia de su entorno, en muchos casos, total. Solo una tercera parte de los pacientes se recupera, y otro tercio, termina falleciendo. Para terminar con estas terribles estadísticas, baste decir que a día de hoy una de casa seis personas padecerán algún tipo de ictus o ACV a lo largo de su vida; y tal y como veíamos en el artículo Ictus en jóvenes: una nueva realidad social, se trata de una patología que a tenor de los últimos estudios publicados, no solo se ciñe a las personas mayores, sino también a jóvenes e incluso niños.
Después de dibujar el escenario sobre el que nos estamos moviendo, es preciso puntualizar un concepto de importancia capital. EL ICTUS SE PUEDE PREVENIR. Edad o antecedentes familiares, son inamovibles, pero existen otros factores sobre los que el individuo con el asesoramiento de su médico de atención primaria, si que va a poder intervenir; como puedan ser la hipertensión arterial, diabetes, desequilibrios lipídicos y/o dietéticos, obesidad , sedentarismo, tabaquismo o el consumo de tóxicos. Menos relacionada con los estilos de vida, pero también sujetas a la intervención terapéutica son ciertas patologías cardiacas que por sus características puedan dar lugar a la formación de trombos que actúen a distancia como las fibrilaciones auriculares. No es objeto de la entrada de hoy enumerar las distintas posibilidades terapéuticas y/o preventivas.
¿Cual es la humilde aportación del blog amplia-mente.com a este Dia Mundial del ictus?. Creemos, en la línea seguida en las últimas semanas, que la mejor manera de contribuir, sería exponer brevemente los síntomas de alarma ante los cuales el ciudadano debe buscar la ayuda profesional adecuada. El neurólogo es el médico especialista encargado de valorar , diagnosticar y tratar este tipo de cuadros, por lo que ante la más mínima sospecha por los síntomas que se expondrán a continuación, se deberá acudir (o llamar si no tenemos medios adecuados) al hospital mas cercano para intentar recibir asistencia facultativa a ser posible antes de las tres horas del inicio de los síntomas (ventana temporal en la que existe una mayor probabilidad de reversión total de las consecuencias ligadas al ictus).
Ante la presencia de pérdida de fuerza o sensación de hormigueos en cara o extremidades, preferentemente de un lado del cuerpo y presentación brusca, pérdida súbita de visión uní o bilateral y/o pérdida total o parcial del habla, dolor de cabeza súbito, alta intensidad y de características no habituales o presencia de vértigos, inestabilidades intensas o caídas no explicables; se pueden dar dos situaciones distintas que van a requerir una pauta de actuación similar. Las dos situaciones que se pueden dar es ser víctima o paciente de un ictus o accidente cerebro vascular; o ser testigo de tal situación en otra persona. En primeros auxilios, la regla inicial con la que se inician todos los cursos al efecto es la regla PAS (Proteger, Alertar o avisar y Socorrer). En el caso del testigo de la situación, primero deberá evitar situaciones de riesgo de la persona que sufre los síntomas de alarma (imaginemos, por ejemplo, la presentación de las señales de alarma en el medio laboral), para acto seguido avisar a los servicios de urgencia o emergencias (generalmente 061 y/o 112), para terminar socorriendo según las instrucciones que el interlocutor entrenado vaya dando hasta que se dispense la ayuda profesional necesaria. En el caso del propio paciente que detecta los síntomas, deberá primero autoprocurarse una protección adecuada (como dejar de hacer actividades que en caso de perder el control puedan ser peligrosas) y acto seguido, mientras todavía la evolución del cuadro lo permita, buscar por los medios que sean posibles la ayuda necesaria. Evidentemente, las pautas reseñadas son generales y aplicables a una situación general, de modo que tanto víctimas como testigos, se deberán ajustar en la medida de lo posible a ellas y adaptándose a las circunstancias particulares de cada caso. Como apunte final a la presentación de los síntomas premonitorios, es preciso decir que la desaparición de los mismos, no es sinónimo de disminución del riesgo (como pueda ser el caso del mencionado accidente isquémico transitorio).
A modo de resumen, y para hacer mas didáctica la exposición del tema, ofrecemos un video editado al efecto por la Sociedad Española de Neurología.
Esperamos, estimados , haber podido contribuir con este pequeño grano de arena en la lucha contra el ictus que entendemos, es una labor de todos.
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