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UIP del Cuerpo Nacional de Policía


Salvo excepciones, todos nos sentimos seguros cuando percibimos la presencia policial. Generalmente, a nivel poblacional, dicha presencia es sinómima de prevención ante situaciones adversas, no solo en la lucha contra la delincuencia sino a nivel de urgencias en general. Desde pequeños, enseñamos a nuestros hijos que en caso de encontrarse en problemas, acudan al primer policía que vean. Por supuesto, al referir la palabra policía, estamos englobando a los miembros de cualquier Cuerpo o Fuerza de Seguridad, estatales, autonómicos o locales. Podríamos encontrar en las hemerotecas multitud de noticias en las que se critique la labor policial, pero generalmente este tipo de críticas suelen ser usadas interesadamente y contra la institución en general. Raramente se critica al ciudadano que por razones de indole diversa se dedica profesionalmente a las labores policiales.

Y es precisamente a la persona, y no a la institución, a la que se dedica la presente entrada del blog. Ese policía al que acudimos cuando tenemos un problema, que por ser nuestro nos parece el peor de los posibles, es un ser humano con sus fortalezas y debilidades, provisto de emociones y sentimientos que no es invulnerable a las adversidades que lo rodean y que cuando termina su jornada laboral se debe enfrentar a las mismas circunstancias que el resto de la ciudadanía. Además de todos los problemas que puedan surgir de la difícil situación general, el trabajo policial es un trabajo especialmente estresante por diversas circunstancias. Huelga decir la peligrosidad y penosidad que se encuentran asociadas a la labores policiales. Además deberemos tener en cuenta la responsabilidad que pesa sobre los miembros de los distintos cuerpos policiales a los que confiamos nuestra seguridad. Todo ello es terreno abonado para el padecimiento del Síndrome de burnout en base al desempeño laboral de estos individuos.

En el artículo Prevalencia y factores de riesgo del síndrome de burnout en policías españoles, se analizan una serie de factores en relación a este grupo poblacional. Se trata de un artículo original de los autores Emilia I. De la Fuente Solana; Raimundo Aguayo Extremera; Cristina Vargas Pecino y Gustavo R. Cañadas de la Fuente. En dicho trabajo, se concluye que la prevalencia del burnout es alta en este colectivo, no solo en base al trabajo policial, sino también dependiente de factores individuales a tener en cuenta. Por ello, los miembros de los distintos cuerpos policiales se constituyen como un colectivo de riesgo, por lo que está plenamente justificada la puesta en marcha de acciones para prevenir  y reducir los niveles de burnout en estos profesionales.

El Síndrome de burnout, se encuentra recogido en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS (Organización Mundial de la Salud) bajo el epígrafe Z73: Problemas relacionados con dificultades para afrontar la vida, y concretamente subepigrafiado como (Z73.0): Problemas relacionados con el desgaste profesional (sensación de agotamiento vital). No existe una entrada dedicada concreta el el manual de la APA, de modo que según el DSM – IV -TR (el DSM – V, no ha sido publicado en España al momento de la escritura de estas lineas), sería adscribible dentro de los trastornos adaptativos.

Este cuadro, aparece cuando se presenta una situación  (no necesariamente laboral) que nos sobrepasa en nuestra capacidad de adaptación y/o aceptación del estrés. El paciente, se siente agotado en base al exceso de energía que debe dedicar al intento de adaptación a la situación causante, ligado ello a una creciente situación de frustración derivada del hecho de no conseguirlo satisfactoriamente. El desprestigio del trabajo policial en base a determinadas situaciones de rechazo social, el trabajo en situaciones precarias en cuanto a medios materiales y/o humanos, la falta de estímulos de refuerzo o la penosidad de los horarios laborales; pueden ser causa de esta sintomatología. Así, nos encontramos en este cuadro clínico un progresivo cansancio emocional, con agotamiento progresivo, una despersonalización y un sentimiento de falta de realización personal que no solo «machaca» a la persona que lo sufre, sino que redunda en una falta de efectividad laboral y por tanto de productividad que lleva al paciente del síndrome a autoimponerse limitaciones personales que redundan en su rendimiento laboral.

Cuidado con nuestros policias. Vemos que se trata de un colectivo sobre el que por la naturaleza de su desempeño laboral, encontramos una alta prevalencia de burnout que puede dar lugar a una merma en la efectividad policial que nos afecta a todos como Sociedad. Cuerpo Nacional de Policia, Guardia Civil, Policías Autonómicas y Locales y múltiples cuerpos de naturaleza policial menos conocidos por la población general; son instituciones a las que la Sociedad debe gratitud por su efectividad y entrega, pero que no debemos olvidar que están compuestas por individuos e individualidades que como tal pueden ser vulnerables y por tanto debemos cuidar.

Juzguen ustedes, estimados lectores. ¿Debemos vigilar a los vigilantes de nuestro bienestar?

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