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¿Y ahora, que?



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Virus de Ébola

Virus de Ébola


¿Y ahora, que? La pregunta es clara, directa, corta y comprensible. Volvemos a hablar de Ébola.

No crean, estimados lectores, si alguno de ustedes nos sigue recientemente, que la reflexión de hoy pueda ser oportunista. Como podrán comprobar en las entradas “Ébola a las puertas de nuestras casas”, “Y si es Ébola, ¿qué hacemos?” y “Ya está aquí, se llama Ébola”, los autores de este espacio de reflexión médica venimos advirtiendo y preguntando sobre la situación que desgraciadamente se ha objetivado. Desde el 10 de abril de 2014, fecha del primer artículo al respecto hasta el último de ellos data del 6 de agosto de 2014, fecha en la que todavía no se habían dado los acontecimientos que dan lugar a la pregunta-reflexión de hoy.

¿Y ahora, que?

Resulta que cuando de manera lícita el Gobierno de España, incluso desoyendo los consejos de expertos de distinta índole, decide repatriar a dos ciudadanos españoles contagiados con el virus causante de la epidemia de Ébola que asola la zona este del centro de África; era de suponer y así lo afirmaban los responsables políticos de la decisión y el operativo puesto en marcha que había un detallado plan de acción y un protocolo de actuación ajustado a la gravedad e importancia del asunto que se traía entre manos.

Nadie de la población se llegó a plantear si las cosas se estaban haciendo bien o mal o si el protocolo según el cual se valora la bondad de las actuaciones es el adecuado, o si se está cumpliendo escrupulosamente, o si… muchas interrogantes, ¿no creen? El problema es que al parecer los responsables del control de calidad posterior a la puesta en marcha del plan de actuación, tampoco se han preocupado de reajustarlo a la realidad que supone tener dos pacientes contagiados con el letal virus. Dirán ustedes que ¿para que este reajuste si se seguía la teoría médico preventiva al uso?, muy facil, porque estamos ante un patógeno que hasta hace poco no nos importaba en absoluto pues no nos removía de la comodidad de nuestros hogares del primer mundo y por tanto la experiencia real de manejo de estas situaciones de Salud Pública es nula. Por eso.

¿Y ahora, que?

Pues al parecer la gestión de la crisis no ha sido tan buena como parecía antes de repatriar al primer paciente. Y no ha sido tan buena, no porque opinemos negativamente al respecto, sino porque a día de hoy ya tenemos a una paciente contagiada en territorio español. Teresa Romero, técnica de enfermería con 15 años de experiencia fue una de las personas a las que se encomendó profesionalmente el cuidado de aquel primer paciente. Al parecer esos 15 años de experiencia se desvanecen cuando se enfrentó a una situación que no había vivido profesionalmente nunca.

Según referencias de los profesionales sanitarios de todo rango, la preparación para la colocación de los equipos de protección individual consistió en una charla de veinte minutos en la que se les comunicaba como se ponía el equipo protector. Nada de ensayos, nada de prácticas. Tras esos veinte minutos, los responsables sanitarios consideraban que el personal estaba preparado para el manejo de un equipo que en otros países (y no piensen en el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, Estados Unidos, sino que tambien en países africanos con una sanidad de “cierto menor nivel”) se llegan a entrenar intensivamente durante días la colocación del traje protector. Se ve que aquí en España se consideró que no era necesario para algo tan sencillo como colocarse un traje hermético cargado de virus en su exterior y que dificulta enormemente los movimientos y hace llegar a los 50 grados centígrados tras unos minutos de uso.

Teresa ya está contagiada, accidentes hay en todos los trabajos. ¿Y ahora, que?

Seguramente, muchísimos de ustedes afirmarían que lo normal sería buscar que ha fallado para corregirlo. ¿Es eso lo que ha sucedido? Parece que desde la información que llega a un humilde médico forense de provincias, no es eso lo que ha sucedido. Lo que se percibe desde la ciudadanía es que los responsables políticos/gubernamentales se afanan en aprovechar la oportunidad política que se les brinda para aplastar a sus adversarios. ¿Por qué vierto estas duras palabras?, Sencillo, porque la primera reacción de Javier Rodríguez (al menos la primera que ha trascendido), Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha consistido en culpabilizar a la enferma de haberse contagiado por haber aplicado mal la “exhaustiva” información recibida en el curso de veinte minutos sobre medidas de protección personal ante el virus de Ébola. Lo que al parecer se le ha olvidado al Consejero es que igual tambien se le ha pasado el detalle de la contaminación a la persona que según protocolo tenía que supervisar que esto no pasara, o tambien ha resultado que las grabaciones de la exclusa de un metro cuadrado donde los profesionales actuantes se debían quitar el traje contaminado no han debido registrar el evento (pues no trascienden las imágenes donde según afirmaciones del Consejero, la enfermera se autocontagia), o que el médico que atendió en los primeros momentos a la paciente tuviera que realizar su trabajo con un traje que no le cubría en su totalidad los brazos. Ah, eso si, lo ha tenido en cuenta el señor Consejero y como no, ha culpabilizado al facultativo por medir casi dos metros. ¿Qué quieren que les diga, estimados lectores? Si no fuese por lo dramático de la situación, parecería que nos encontramos inmersos en una comedia surrealista. Tampoco me gustaría dejar sin comentar aquella parte del protocolo en la cual no se decide que la mas mínima incidencia de salud de aquellos trabajadores implicados en los cuidados de un enfermos de Ébola no sea motivo de estudio, dejando a la libre decisión del paciente, que en base al cuadro clínico puede no tener la mas clara conciencia de lo que debe hacer.

Lo peor del caso es que la casi totalidad de la población es ajena al mundo sanitario y no se está ofreciendo información oficial de carácter publico. Ahora no es momento de pedir dimisiones, es momento de informar y educar. La ciudadanía es lo que reclama y no merece menos.

No me gustaría despedir el artículo de hoy sin lanzar una pequeña reflexión personal y, lo admito, un poco egoísta. ¿Qué hay de otros trabajadores ajenos a la Sanidad que tratan con la enfermedad y la muerte? Imaginen una muerte súbita de alguna persona que por alguna circunstancia no está controlada por las autoridades sanitarias y hubiese fallecido por Ébola. Yo admito que no he portado nunca durante mi vida profesional un equipo de protección individual de los necesarios para tratar este tipo de casos. Estoy seguro que los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que irían a atender la contingencia en un principio, tampoco. ¿Imaginan la psicosis que generaría que en medio de la diligencia de Inspección Ocular y Levantamiento de Cadáver el facultativo compruebe que la causa ha podido ser la fiebre hemorrágica? ¿Cuánta gente ha podido ya tener contacto con los fluidos del fallecido, sin las adecuadas medidas de seguridad?. Aun suponiendo que los profesionales implicados tuviesen la pericia de usar estos equipos de manera correcta, ¿dónde están?.

Saliendo del terreno de las hipótesis mas pesimistas, lo cierto es que la fiebre hemorrágica que ocasiona el virus de Ébola, tiene ya unos cuantos años de evolución (muchos mas de lo que la población general supone) y generalmente seguimos con nuestra vida normal, pero no podemos dejar de reflexionar que fallos como los que se describen en el artículo de hoy se deben a que durante los periodos en los que vivimos plácidamente alejados de las amenazas sanitarias no nos preparamos adecuadamente para cuando éstas surgen. Por favor, no caigamos una y otra vez en el mismo error.

Podrán observar que hoy el artículo no lleva ningún fragmento traducido al inglés. Sinceramente a quien hoy les escribe, le abochorna la situación y la verdad es que no le apetece mostrar a aquellos lectores que nos siguen desde países no hispano hablantes la operatividad de ciertos responsables gubernamentales (de todo color político, pues todos están representados en las diecisiete regiones autónomas y el Gobierno Central). en otras palabras, estimados lectores, hoy me da vergüenza traducirlo.

Esperemos una mejoría a todos los niveles.

Cuídense.

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