About younger, education and gender violence.
En amplia-mente.com, hemos seguido de manera recurrente la linea de abogar por una estrategia preventiva educacional contra la enfermedad social de la violencia contra la mujer. En la entrada Violencia de género; ¿prevenir o curar?, ya reflexionábamos sobre la necesidad de un cambio general de patrones de comportamiento en relación a los roles desempeñados en función del sexo de la persona; que debe abarcar desde el micronúcleo familiar hasta macro entes como los medios de comunicación, que a veces demuestran tener cierta querencia en sus manuales de estilo a la segregación social en función del sexo. En definitiva, creemos que es la educación (que no solo la instrucción) la vía de «vacunación» ante la lacra social de la violencia de género.
Llegados a este punto, parece obvio y contundente que es la infancia y adolescencia el periodo en el que deberíamos incidir educacionalmente para conseguir una naturalidad en la igualdad de género. Es simple aparentemente. Si los niños y jóvenes de hoy creen y sienten de verdad en las personas sin diferenciar por sexo, raza, estrato social, orientación sexual, etc; los comportamientos ligados a la dominación del fuerte ante el débil, tenderían a desaparecer por «agotamiento» de la materia prima de la que se nutren estas alteraciones sociales.
Pero por desgracia, ésto, además de ser una opinión personal del que escribe esta entrada del blog, no deja de ser un planteamiento teórico que cada vez se antoja mas irrealizable a tenor de los acontecimientos sociales que nos rodean. Por una parte en el artículo Menores y violencia de género, mencionábamos a las mujeres menores de edad como sujeto pasivo del delito que nos ocupa. Pero si esta parte de la ecuación ya es escalofriante, el hecho objetivo del creciente números de varones menores enjuiciados por violencia de género, resulta abrumador. Es altamente preocupante la normalidad con la que ellos ven el uso de la violencia y la normalidad que le dan ellas a la aceptación del hecho. En estas edades en las que se está desarrollando la personalidad, se están asentando unos pilares peligrosos para el futuro en la prevención de la violencia contra la mujer.
¿A que nos llevan todos estos datos? Nuevamente a la educación. La percepción social generalizada, es que hemos avanzado mucho en igualdad, pero ¿la educación ofrecida es verdaderamente coeducativa? Lo verdaderamente terrible es que parece que si, pero en el sentido negativo de aprobar la dominación masculina de nuestros jóvenes y la sumisión aceptada por parte de las chicas. Según el estudio estadístico reflejado en la noticia anteriormente comentada sobre enjuiciamiento de menores por violencia de género, el 80% de los jóvenes varones considera que ellas deben satisfacer sus necesidades en el ámbito de la pareja, el 60% ve con normalidad los celos y el 30% cree que la chica se «realiza» cuando tiene novio. Los datos son terribles y desesperanzadores. Ante tal semilla, la continuidad de la violencia contra la mujer, parece asegurada. No caigamos en la trampa de pensar que tener colegios mixtos, o que en nuestra Constitución se promulge entre otros valores, la igualdad; tenemos todo el trabajo hecho. A la vista de las estadísticas sobre la violencia ejercida contra las mujeres, se hacen necesarias políticas educativas en las que no solo se ofrezca la oposición institucional a toda violencia contra la mujer (faltaría mas), sino que se infiltren en todos los agentes sociales (implicados o no en el inexcusable deber de la educación), de modo que no solo eduquemos a nuestros jóvenes, sino a los propios educadores de los jóvenes y a la Sociedad en general.
Juzguen ustedes, estimados lectores. ¿Estamos dotando a nuestros jóvenes de unos verdaderos valores en igualdad de género?
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