Heroína
La heroína, en la película que les constamos hoy, es la mala de la historia. Eso es lo que piensa la mayoría de la población que ha conocido la noticia de la muerte de Philip Seymour Hoffman, que según los indicios preliminares ha podido tener relación a su adicción a la heroína.
And heroin, … was not the good girl in the movie
The heroin, in the film that we speak you today is a bad history. That’s what I think most people who have known the news of the death of Philip Seymour Hoffman, according to preliminary evidence that could be related to his heroin addiction.
Mucho se ha escrito estos días al respecto. Desde publicaciones científicas hasta revistas del corazón. Cada vez que una persona que gozaba de cierta fama por la circunstancia personal o profesional que sea, fallece en relación al consumo de drogas, se produce una situación de shock colectivo emocional que no es mas que una salida momentánea a la anestesia generalizada que parece que presenta la Sociedad ante el consumo de drogas y sus consecuencias.
Lo cierto, es que los expertos, vienen avisando desde hace meses (incluso años), de una realidad que ahora, con la muerte del actor, ha abofeteado a la generalidad de la Sociedad. El consumo de heroína en los países del primer mundo, esta repuntando y aumentando a un ritmo alarmante. Consideraciones económicas globales aparte (España, por su situación de crisis económica, queda un poco aparte de la tendencia general), lo cierto es que la heroína está volviendo, esta vez por el atractivo del bajo precio relativo con el que se puede conseguir una dosis. Según los datos ofrecidos por la Agencia de Abuso de Sustancias y Servicios Metales de Estados Unidos (SAMHSA), el número de dependientes de estas sustancias en EE.UU. ha ido aumentando progresivamente con la entrada del siglo XXI, cuando precisamente la sensación de la población general, ajena profesionalmente al tratamiento con este tipo de problemas, es la contraria. Cuando se pregunta a algún conocido, no profesional de estos temas, se sigue asociando la heroína a la población marginal que supuso el grueso de los consumidores de finales de los años setenta y primeros años ochenta. De aquellos consumidores, hoy día casi no existe ninguno. Las sobredosis, las reacciones a las distintas sustancias adulterantes o el SIDA que asoló todo el planeta en aquellos primeros años ochenta; acabaron con aquella población de consumidores demacrados ante los que la Sociedad cambiaba de acera y bajaba la cabeza. Hoy día, el nuevo consumidor de opiáceos está totalmente integrado en la Sociedad. Puede ser nuestro vecino o cualquiera de nuestros amigos. Hoy la heroína es una droga relativamente barata y fácil de conseguir, por lo que ya no se asocia a aquel “yonki” que únicamente orientaba su vida a la consecución de la siguiente dosis.
Y es que el consumidor, se droga con lo que tiene. Muchos de los actuales adictos a la heroína, lo son por un consumo inicial a opiáceos recetados legalmente que paradójicamente vienen a ser mas caros que una dosis de heroína. Esta situación, es algo mas rara en España (amplia-mente.com se escribe desde España), pues la receta y dispensación de estupefacientes está muy controlada y prácticamente solo se da desde el medio hospitalario. Para el consumidor, al principio legal, que tiene que lidiar con el precio y dificultad burocrática de seguir por el cauce “normal” de consumo, resulta tentador cambiar la sustancia opiácea que consuma, por heroína, que además, a día de hoy, cada vez es mas pura a nivel de calle, lo que a veces ocasiona accidentes por desconocimiento del consumidor de la cantidad de principio activo al que realmente está accediendo. Tenemos el ejemplo de la chica francesa que falleció en Madrid en las celebraciones de Nochevieja en las inmediaciones del la Puerta del Sol.
La heroína ya no se suele consumir inyectada (el caso de Hoffman, a día de hoy viene a ser una excepción). Mayoritariamente, la heroína al igual que la cocaína (y en muchas ocasiones, conjuntamente ), se consumen fumadas; hecho éste que aun hace tener una menor percepción de peligrosidad al consumidor que se acerca por primera vez al uso de estas sustancias.
Como decíamos al inicio de la presente reflexión, la heroína no es la buena de la película. Da la impresión de que a nivel de potenciales consumidores, se le está perdiendo el respeto a esta peligrosa sustancia, por muy diversas razones. No sabemos si esta tendencia se da por la facilidad en su adquisición (por precio o accesibilidad), o porque todos aquellos que ahora se inician en el consumo de drogas no han vivido la oleada de muertes que se dio en aquellos locos años ochenta en relación al consumo de sustancias estupefacientes. El caso real, es que las estadísticas ofrecida por EE:UU. son demoledoras al respecto y por desgracia, tenemos la experiencia de los años setenta en la que pudimos comprobar como aquella tendencia que se inició allí a finales de los sesenta, se importó a nuestro medio una década después.
Estimados lectores, ante la perspectiva que nos viene (por la experiencia previa ya vivida), tan solo podemos animar a las administraciones responsables a estar preparadas ante este fenómeno, que indefectiblemente llegará a nuestro medio.
¿Qué opinan, estimados lectores? ¿Es una visión pesimista de la realidad, o deberíamos esperar el repunte de la heroína como el de EE.UU.? Piensen.
Tengan un buen día.
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